Acerca de Belmonte

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Belmonte -

Centro internacional de Schoenstatt en Roma

Por fin se cumplió una promesa de hace más de cuarenta años.

En la ciudad de los Papas se construyó un santuario de Schoenstatt.

Un terreno casi olvidado se mantuvo como “Tierra del Padre”.

En un frío día de invierno se colocó la piedra fundamental en presencia de pocas personas.

Unos meses después, bajo el sol radiante de Roma, fue bendecido con la participación de miles de personas de todo el mundo.

Para ellas es “el santuario de todos nosotros”.

A su alrededor se ha generado un espacio donde va tomando forma la visión de una iglesia nueva.

Una iglesia según el corazón del Papa Francisco.

 

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El centro internacional de Schoenstatt de Belmonte, Roma, es un regalo del movimiento de Schoenstatt del mundo entero a su fundador. Es la concreción local de su amor a la iglesia, ese amor que fue tan central en la vida de P. Kentenich, tanto que pidió que sobre su tumba se pusiera como epitafio: Dilexit Ecclesiam (amó a la iglesia). Belmonte representa como lugar, la imagen de una nueva iglesia, una iglesia fraterna, impregnada de espíritu, pobre, peregrina y misionera, aquella iglesia que el Padre Kentenich quiso ayudar a construir por medio de Schoenstatt. Una iglesia como la que el Papa Francisco plasma en sus palabras y gestos y cuyos contornos ya se van haciendo visibles.

La alegría del Evangelio

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Una iglesia que ayuda a los hombres a descubrir de nuevo la alegría del evangelio. Una iglesia que es madre, pastora y hogar. Una iglesia que sale al encuentro de los hombres, a las periferias de la sociedad. Una iglesia impregnada de misericordia y con los brazos abiertos como una madre. Una iglesia que es como María. Belmonte se destaca por la vigorosa disponibilidad para ayudar a construir según esa visión. Es un ofrecimiento desde el carisma del Padre Kentenich en la era del Papa Francisco. Un lugar de gracias para él y para la iglesia, que está viviendo un nuevo pentecostés. Aquel pentecostés al cual, el Concilio Vaticano II le abrió puertas y ventanas.

 

Perfil de una iglesia renovada

Durante la bendición de la piedra fundamental del santuario de Roma y totalmente en el espíritu del Concilio Vaticano II, el Padre José Kentenich bosquejó su visión de una iglesia renovada.

  • “Es una iglesia que por una parte llena de alma está arraigada en la tradición, pero por otra es extraordinariamente libre y desprendida de las formas tradicionales anquilosadas”.
  • “Es una iglesia que por sobretodo está unida fraternalmente, pero que a la vez jerárquicamente está dirigida y gobernada paternalmente”.
  • “Es una iglesia depositaria de la misión de convertirse en alma de la cultura y del mundo presente y futuro”.
  • La nueva Iglesia será una iglesia mariana. “María es la madre y modelo de la iglesia”.
  • Más tarde, en una plática sobre la imagen de la iglesia después del Concilio Vaticano II del 2 de febrero de 1966, el Padre Kentenich amplía las características de la iglesia renovada. Para él es importante que sea “una iglesia pobre”, “que se aleje más y más de la pompa usual de otras épocas” que sea “amiga de los pobres y que no suplique permanentemente la benevolencia y el agrado del Estado”.
  • Una iglesia que no confía en la riqueza ni en el poder político, estará abierta de una forma nueva al actuar del Espíritu Santo. El Padre esboza así “una iglesia conducida totalmente por el Espíritu Santo”.
  • Finalmente el Padre describe el ideal de una “iglesia humilde, que se confiesa a sí misma culpable y que tiene el valor de pedir perdón”.



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Construir juntos en esa visión es la propuesta a la generación de Schoenstatt al comienzo del segundo siglo de su historia.

Esto es ahora.

La peculiaridad: El santuario de las tinajas

La peculiaridad: El santuario de las tinajas

Para la bendición muchos peregrinos, a menudo con grandes dificultades, llevaron desde sus santuarios tinajas llenas con sus contribuciones. Corriente de retorno en tinajas. Un santuario rebosa de amor a la Iglesia.

La pretensión: Internacional

La pretensión: Internacional

Más que un par de banderas de colores. Alianza de continentes, mentalidades, pueblos, idiomas. Tomar y dar, asombrarse y agradecer. Ningún miedo a aquello que es diferente. Riqueza, historia, experiencia, anhelos y gracias de cada país se convierten en el Schoenstatt “de todos nosotros” en medio de la iglesia universal.

El encargo: De la periferia al centro

El encargo: De la periferia al centro

“Afuera, afuera en la periferia, afuera en el campo, no nosotros, sino la Madre de Dios nos había construido un nido allí enfrente, nos había encomendado una tarea. Y si queremos ser católicos, entonces al fin y al cabo necesitamos la bendición del Santo Padre. ¡Marcha sobre Roma!” (P. José Kentenich, 16.11.1965, Belmonte)

La gracia: Para esta época

La gracia: Para esta época

Si Belmonte no existiera, habría que construirlo. Un santuario construido sobre los cimientos de un sufrido amor a la iglesia. Un santuario para el ahora, para la iglesia y en ella, Schoenstatt en la corriente de renovación a través del Papa Francisco.